El plan de explotación constituye uno de los pilares del impacto en las propuestas presentadas a Horizon Europe. Más allá de cumplir una exigencia formal, este apartado permite demostrar cómo los resultados del proyecto se utilizarán de forma efectiva una vez finalizado el periodo de ejecución, generando beneficios científicos, tecnológicos, económicos o sociales. La calidad del plan de explotación es evaluada con detalle por la CE, por lo que debe ser abordado desde una perspectiva estratégica, con coherencia interna y objetivos medibles.
Del resultado al impacto: identificación y priorización
El primer paso en la elaboración del plan es la identificación de los resultados explotables. Estos pueden incluir tanto productos tangibles —como prototipos, software, patentes, publicaciones técnicas o materiales educativos— como intangibles, entre los que se encuentran metodologías, modelos de análisis, bases de datos estructuradas o nuevos conocimientos científicos. No todos los resultados tienen el mismo valor o aplicabilidad, por lo que se recomienda priorizar aquellos con mayor potencial de impacto y alineados con los Key Impact Pathways definidos por la Comisión.
Una buena práctica es realizar reuniones internas en las fases iniciales del proyecto, donde cada socio identifique qué resultados puede generar y cómo podrían ser utilizados por actores externos o por el propio consorcio. Esta reflexión temprana permite estructurar una visión clara de las aplicaciones prácticas de la investigación y orientar los recursos hacia su maduración.
Segmentación de partes interesadas
El plan debe detallar qué audiencias podrían beneficiarse de los resultados del proyecto y cómo se alcanzarán. Este análisis debe ir más allá de una simple descripción general e incluir una segmentación de los grupos de interés, diferenciando entre comunidad científica, agentes industriales, entidades públicas, responsables políticos y sociedad civil.
Por ejemplo, un software desarrollado para mejorar la eficiencia energética podría dirigirse a pymes tecnológicas a través de licencias con cláusulas de uso específicas, mientras que un nuevo protocolo médico podría transferirse a hospitales mediante acuerdos de cooperación o validación clínica. Estas rutas deben ser definidas desde el diseño del plan, considerando los canales de transferencia más adecuados para cada perfil.
Estrategias de explotación y comercialización
Una vez identificados los resultados y los destinatarios, el plan debe definir las estrategias que se adoptarán para asegurar su explotación. En función del grado de madurez tecnológica (Technology Readiness Level, TRL), se puede optar por rutas distintas. Para TRL entre 4 y 5, suele ser prioritario avanzar en la validación de prototipos o pruebas piloto. Cuando se alcanzan niveles 6 o 7, se abren oportunidades para acuerdos con empresas, licencias comerciales o incluso la creación de spin-offs.
En este punto, es recomendable incluir un análisis básico de viabilidad técnica y comercial, así como estimaciones preliminares de mercado. Si se prevé el desarrollo de un modelo de negocio propio, el plan debe contemplar los recursos requeridos, los socios clave y los posibles mecanismos de financiación posteriores.
Protección y gobernanza de la propiedad intelectual
La gestión de la propiedad intelectual (PI) debe estar bien articulada en el plan de explotación. Es necesario especificar cómo se protegerán los resultados susceptibles de ser patentados o registrados, evitando divulgaciones prematuras que puedan comprometer su novedad. Se recomienda establecer un calendario coordinado de publicaciones y solicitudes de derechos, que respete los intereses individuales y colectivos del consorcio.
El acuerdo de consorcio debe recoger cláusulas relativas a los derechos de uso, la titularidad de los resultados y los mecanismos de reparto de beneficios derivados. En caso de explotación conjunta, se deben prever estructuras de gobernanza para la toma de decisiones, especialmente en proyectos con múltiples socios de naturaleza diversa.
Indicadores e integración con la implementación del proyecto
Todo plan de explotación debe apoyarse en indicadores verificables que permitan evaluar el impacto esperado. Estos pueden incluir número de licencias concedidas, volumen de ingresos generado, adopción por usuarios finales, reducción de costes en sectores específicos o generación de empleo.
Además, el plan debe estar vinculado de forma explícita con los paquetes de trabajo (Work Packages) del proyecto. Las actividades de explotación deben contar con hitos, entregables y recursos asignados, asegurando su ejecución dentro del cronograma general. Integrar estas acciones con las de comunicación y difusión facilita una estrategia más coherente y eficiente.
Riesgos y barreras: anticipación y respuesta
El análisis de riesgos debe formar parte del plan. Barreras regulatorias, falta de preparación del mercado, dependencia tecnológica externa o problemas de interoperabilidad son obstáculos habituales en la explotación de resultados. El plan debe identificar estos riesgos y proponer acciones mitigadoras concretas, como alianzas con agentes clave, estudios de validación o ajustes normativos.
Apoyos y recursos disponibles
La Comisión Europea pone a disposición del personal investigador diversas herramientas de apoyo, como el formulario “Exploitation and Dissemination Plan” del portal Funding & Tenders, el servicio IP Helpdesk para cuestiones de PI o los programas de formación sobre comercialización y explotación de resultados.
Asimismo, el Horizon Results Booster ofrece asesoramiento especializado para reforzar la estrategia de impacto de los proyectos, facilitando planes de negocio, estudios de mercado y estrategias de explotación a medida.
El plan de explotación es un instrumento estratégico que traduce los resultados científicos en valor tangible para la sociedad, la economía o el conocimiento, si requieres asesoramiento para su elaboración cuenta con nuestra experiencia para hacerlo posible.